Carmignac’s Note
Evolución de la rentabilidad de una estrategia de compra de oro y venta de deuda pública comparada con la pérdida máxima de la renta variable estadounidense.
El oro no deja de marcar nuevos máximos históricos en los últimos meses y registra una subida de alrededor del 35% desde principios de año. El resurgimiento del riesgo geopolítico, las compras por parte de los bancos centrales que buscan diversificar sus reservas y la incertidumbre sobre el ciclo económico pueden explicar este comportamiento tan bueno. La subida de los tipos de interés reales y la apreciación del dólar, responsables clásicos del debilitamiento del metal amarillo, podrían haber contenido la fortaleza de la onza de oro, pero no fue así.
En nuestra opinión, la «diversificación» de las reservas de los bancos centrales es un factor importante en un contexto en el que la inflación ha vuelto a ser un hecho económico «vivo» y en el que los países del hemisferio sur están cada vez más tentados de crear una alternativa al dólar. El oro vuelve a ser un activo estratégico.
En un entorno turbulento, el oro vuelve a ser un posible vector de diversificación a la hora de decidir la asignación de la cartera, quizá mejor que las divisas fuertes1, la deuda pública estadounidense o la alemana2. Pero, ¿qué convierte al oro en un activo de diversificación eficaz?
En los periodos de aversión al riesgo3 en los que la renta variable ha ido a la zaga4, el oro ha superado a los activos de riesgo, como cabía esperar, pero también a la deuda pública. Los tipos a corto plazo tienen un impacto más inmediato en el precio del metal amarillo al determinar el coste de oportunidad de mantener un instrumento sin rentabilidad, mientras que los tipos a largo plazo pueden correlacionarse con la inflación.
La línea negra del gráfico anterior corresponde a la rentabilidad de una inversión en la que se compraría oro y se vendería un bono estadounidense a 10 años. Una inversión de este tipo genera rentabilidad absoluta. Funciona muy bien en mercados con aversión al riesgo: +100% durante el estallido de la burbuja de internet o +30% en 2022, un año inflacionista en el que se compensó casi todo el mal comportamiento de la renta variable, cuando más falta hacía. El oro está incluso menos correlacionado con los activos de riesgo que la renta fija, lo que lo convierte en un instrumento ideal para la estructuración de carteras; tiende a ofrecer una protección eficaz tanto contra la incertidumbre económica como contra la inflación. Se trata de una característica oportuna, ya que la inflación persistente es uno de los principales factores de riesgo actuales y de transformación futura5, en el entorno actual, en el que los niveles máximos de deuda pública no dejan de superarse, lo que hace que su reembolso sea cada vez más ilusorio si no se imprime dinero de manera activa.