Son varios los factores que explican la actual caída del dólar, una tendencia que podría perpetuarse y poner fin a varios años de ganancias a pesar de la fortísima recuperación económica que se está produciendo en Estados Unidos, según Kevin Thozet, miembro del comité de inversión de Carmignac.
Kevin Thozet : De hecho, normalmente, un crecimiento económico sólido de un país frente al resto del mundo suele ir acompañado de una apreciación de su moneda. Sin embargo, en cuestión de unas pocas semanas, el dólar ha perdido el terreno ganado en el primer trimestre a pesar de la mejora económica en Estados Unidos. Lo mismo ocurre con el mercado bursátil de este país, donde el ritmo de revalorización de las acciones se ha aplacado. Con todo, esta aparente paradoja no debería sorprendernos.
K.T. : En Estados Unidos, distintos datos económicos, al margen del empleo, y las previsiones de resultados empresariales parecen confirmar el fuerte repunte del crecimiento del país. Además, los 6 billones de dólares que el Gobierno de EE. UU. tiene previsto destinar en 2022 a impulsar su economía sugieren que el crecimiento debería continuar siendo fuerte más allá de este año al otro lado del Atlántico. Pero es precisamente todo este gasto público —no necesariamente productivo— y el endeudamiento que requiere su financiación lo que alcanzará niveles récord. Se trata de una primera fuente de preocupación, aunque no es seguro que el Congreso estadounidense vote finalmente a favor de los planes de estímulo que el presidente Joe Biden quiere poner en marcha.
K.T. : El mercado de trabajo también puede preocupar a algunos inversores tras los recientes datos de empleo publicados, por debajo de lo previsto. Parece que las medidas excepcionales de apoyo han disuadido hasta ahora a algunas personas de volver a trabajar. Esta situación podría llevar a un aumento de los salarios para atraer a más demandantes de empleo, sin que ello sea sinónimo de una economía más robusta.
K.T. : Hay otras razones que nos permiten comprender la caída del billete verde. Han surgido diversos factores que podrían poner fin a la subida que el dólar ha experimentado durante varios años frente a otras divisas. Podríamos estar adentrándonos en un nuevo periodo protagonizado por un dólar mucho más débil de lo que nos tiene acostumbrados, pese a la posibilidad de que experimente sobresaltos a corto plazo.
K.T. : En primer lugar, existe un entorno económico mundial que no es en absoluto homogéneo. No todas las regiones del mundo están saliendo de la crisis de la COVID-19 con la misma dinámica de crecimiento. Esto responde a las grandes disparidades en la forma en que los países han gestionado la pandemia y la heterogeneidad de sus medidas para responder a las consecuencias económicas de esta crisis. En consecuencia, algunos países, y por tanto sus monedas, son más interesantes para los inversores que otros.
K.T. : Exacto. Es el caso, por ejemplo, de Europa, que ha ganado atractivo gracias a una cooperación política reforzada. La zona también ofrece oportunidades de inversión con un conjunto de empresas especialmente sensibles a la recuperación en los sectores del consumo, el turismo, las finanzas y las materias primas. De hecho, la renta variable europea ha superado recientemente a su homóloga estadounidense sin verse afectada por la apreciación del euro. Esto no ocurría desde hacía mucho tiempo y es un fenómeno que podría continuar. Tanto más cuanto que las empresas europeas podrían seguir beneficiándose de una dinámica de crecimiento relativamente más favorable, dado que la recuperación económica de la región apenas está empezando.
K.T. : Sí, los países exportadores de materias primas. Si bien los precios de las materias primas han regresado a sus niveles de hace cinco años con el repunte de la economía mundial, las monedas de los países que exportan estos productos, tan útiles para la recuperación, están estancadas. Y, a diferencia de hace unos años, estos países han ganado credibilidad. La solidez de los fundamentales, junto con una gestión económica disciplinada, debería favorecer a sus monedas. En nuestro caso, nos exponemos de forma selectiva a las mismas.
K.T. : China ha gestionado la pandemia mucho mejor que Estados Unidos. También ofrece perspectivas a largo plazo. Ha invertido en las tecnologías del mañana y sigue haciéndolo. La región es la punta de lanza de la cuarta revolución industrial. Los tipos de interés son más altos, lo que atrae a los inversores y beneficia a las monedas locales, como es el caso de China. El yuan, su moneda de curso legal, se ha apreciado considerablemente, gracias a la buena orientación de las noticias económicas, pero también al oasis que ofrecen los tipos chinos en un páramo de rendimientos, ya que los tipos están muy bajos en el resto del mundo desde hace varios años. Y, por el momento, Pekín parece especialmente tolerante con este movimiento.
K.T. : La actual heterogeneidad de la economía mundial implica que los bancos centrales —cuyas decisiones tienen por objeto regular la actividad económica y el aumento de los precios influyendo en el nivel de los tipos de interés— aplican políticas diferentes. Y en Estados Unidos, la Reserva Federal se muestra paciente por el momento, incluso expectante, al considerar que el aumento de los precios es solo transitorio y que, por tanto, no es necesario subir los tipos a corto plazo.
K.T. : La estructuración de nuestras carteras se basa en la diversificación. Combinamos nuestras convicciones a largo plazo con otras a más corto plazo. La situación actual, caracterizada por un entorno de crecimiento mundial desincronizado, es favorable para la diversificación, un catalizador de la rentabilidad de nuestros fondos. Pero también protegemos nuestras carteras de algunos riesgos, como los vinculados a una subida de los tipos de interés o a las divisas. Como hemos visto desde hace varios meses, el contexto actual favorece una gestión activa del ahorro.