La carta de Edouard Carmignac
[Management Team] [Author] Carmignac Edouard

La carta de Edouard Carmignac

Edouard Carmignac comenta la actualidad económica, política y social.

Paris, 9 de abril de 2025

Estimados inversores:

¡Menudo desbarajuste! Donald Trump, que resultó reelegido gracias a sus promesas de mayor crecimiento, menor inflación mediante incentivos a la inversión, menos regulación y un recorte del gasto público, declara ahora una guerra comercial sin precedentes. De aplicarse las subidas arancelarias propuestas, la economía estadounidense podría entrar en recesión. Los aranceles representarían un gravamen cercano al 2% de la renta disponible de los consumidores estadounidenses, mientras que la inflación podría alcanzar el 5%.

Estos repentinos y sucesivos vuelcos han obviamente puesto a los mercados patas arriba. Al margen de las legítimas coberturas constituidas en respuesta a las nuevas incertidumbres, consideramos esencial ajustar nuestra estrategia de inversión para reflejar el nuevo orden geopolítico y económico.

Desde el final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos ha actuado como garante de la seguridad y los valores de Occidente. Pero tras entregar aparentemente al señor Putin la victoria sobre Ucrania, ¿cómo van a confiar Europa, Japón o Taiwán en Washington? Desde luego, podría argumentarse que los aliados estadounidenses no contribuyen de manera suficiente al coste de su propia defensa, pero, de igual modo, podría sostenerse que ya lo han estado haciendo al adquirir principalmente armas fabricadas en Estados Unidos y financiar generosamente la deuda estadounidense. Las compras de bonos del Tesoro y renta variable han permitido a Estados Unidos vivir por encima de sus posibilidades en los últimos años, con un creciente déficit comercial financiado a menor coste por los inversores internacionales. Emprender una guerra arancelaria sin duda reducirá el déficit comercial estadounidense, pero a costa de un encarecimiento sustancial de los precios para los consumidores y de un mayor déficit público provocado por un crecimiento más débil.

Una política así de absurda es insostenible. Inevitablemente, el sentido común —al que el señor Trump aludió una y otra vez durante la campaña electoral— prevalecerá. ¿Pero cuándo? ¿En qué medida el comportamiento de los mercados y el declive de la actividad económica tendrán un efecto lo suficientemente disuasorio como para provocar un ajuste significativo en la política? Hasta entonces, se impone la prudencia, sobre todo porque parece ineludible la debilidad del dólar. Seguimos priorizando los valores tecnológicos centrados en la inteligencia artificial, pero hemos reducido nuestra exposición global a EE. UU. al contemplar una inevitable salida de capitales de este país, cuya capitalización bursátil representaba casi el 70% del valor de las bolsas mundiales a principios de año.

Naturalmente, la desconfianza hacia el mayor mercado del mundo tiene consecuencias de gran alcance para el resto del planeta. No obstante, están surgiendo algunas oportunidades prometedoras. El anuncio anticipado de que Estados Unidos retirará su apoyo a la defensa europea nos presiona para recuperar el control de nuestro propio destino. Alemania retomará el papel de locomotora del crecimiento europeo, ya que se dispone a elevar su déficit público al 4/5% del producto interior bruto (PIB), en comparación con la media del 1,5% de los últimos 75 años. Es cierto que esta inversión renovada se repartirá a lo largo de los tres próximos años, pero beneficiará a los socios europeos con margen presupuestario muy inferior, ya que obtendrán un acceso privilegiado (¡sin aranceles!) a la mayor economía de la Unión, cuya tasa de crecimiento pasará del estancamiento registrado en los dos últimos años a cerca del 2%.

Más allá de nuestras fronteras, las perspectivas de los mercados emergentes se han vuelto más atractivas, gracias a las expectativas de un dólar más débil y tipos de interés reales más bajos, consecuencia de la desaceleración del crecimiento estadounidense. Nos inclinamos por Latinoamérica, que se ha librado en buena medida de la amenaza de los aranceles estadounidenses. Además, la evidente infravaloración de los activos de la región debería corregirse con la «marejada» provocada por Javier Milei. Su éxito está llevando gradualmente a los países de la región a una forma de gobernanza más propicia para el crecimiento. Entre las economías más prometedoras, la de India merece una mención especial. Con un gobierno estable que fomenta la inversión privada, el país está en condiciones de seguir creciendo a un ritmo cercano al 6%, lo que alentará la aparición de empresas de calidad dirigidas por emprendedores con talento. Por último, no podemos olvidar a China, la gran beneficiada de la regresión estadounidense, que está inyectando un estímulo sin precedentes a sus empresas tecnológicas.

Aunque el declive del imperio estadounidense es sin duda motivo de preocupación y seguramente traerá consigo un camino lleno de baches, el advenimiento de un nuevo orden mundial generará numerosas y atractivas oportunidades que podremos aprovechar.

Con este reconfortante apunte, les saluda atentamente,

Edouard Carmignac
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