Juntas de accionistas: Hay que cambiar el tono

Publicado
22 de abril de 2025

La temporada de juntas generales anuales es buen indicador de la situación entre empresas e inversores. En 2025 se pasará de las grandes declaraciones sobre sostenibilidad tras la pandemia a comentarios más apegados a lo racional.

El papel cambiante de la JGA

En la Junta General Anual (JGA) de 2024 de un minorista de bienes de consumo se presentó una resolución en la que se le pedía que informara sobre los posibles riesgos y costes relacionados con las restricciones al acceso al aborto en Estados Unidos. Para muchos inversores esto suponía un reto. ¿Es algo que haya que apoyar en nombre de los factores ESG o no?

Este es solo un ejemplo de cómo, en los últimos años, las JGA han pasado de simplemente realizar los tradicionales controles de gobernanza corporativa a convertirse en un foro en el que se pueden pedir cuentas a los consejos de administración sobre cuestiones generales de sostenibilidad, a veces indirectas. Esta evolución reflejaba el entusiasmo tanto de las empresas como de los inversores por la integración de la sostenibilidad y la consideración de las partes interesadas, que se intensificó durante la pandemia.

Las resoluciones sobre cuestiones medioambientales (say on climate), la introducción de parámetros ESG en los paquetes salariales de los ejecutivos y los objetivos de diversidad, equidad e inclusión se convirtieron en algo habitual. Y los inversores —con diferentes interpretaciones de los factores ESG y agendas diversas— también ejercieron presión e influyeron en el comportamiento de las empresas. El resultado fue la presentación en EE. UU. de una cantidad sin precedentes, y en ocasiones desmesurada, de resoluciones lideradas por accionistas, mientras que en Europa y Asia hubo algunos intentos.

Ahora se está produciendo un cambio. El número de menciones a la sostenibilidad en las transcripciones de los resultados del primer trimestre de los integrantes del S&P5001 es revelador. Y esperamos que la temporada de juntas generales anuales de 2025 confirme que ha quedado atrás la época de las grandes declaraciones sobre consideraciones de sostenibilidad.

Pero, ¿significa esto que la era de los criterios ESG ha terminado? Ni mucho menos. En realidad, se trata de una oportunidad para reorientar el enfoque de las empresas y los inversores hacia las consideraciones de sostenibilidad y gobernanza.

Cambiar las actitudes

El cambio de tono general que caracterizará la temporada de JGA de 2025 refleja la evolución actual de la política y la normativa de los gobiernos de Europa y Estados Unidos en materia de sostenibilidad. En Europa, el informe Draghi fue una llamada de atención sobre la competitividad. Aunque la UE mantiene sus ambiciosos objetivos en materia de descarbonización, las metas a medio plazo ya se han flexibilizado y la exigencia de informar de manera estricta se ha relajado en cierta medida.

En Estados Unidos, la politización del ESG y su asociación simplista con el «wokismo», también en las JGA, está provocando el rechazo de todo lo que se considere bajo este paraguas. Lamentablemente, esta postura extrema quedó reflejada en la decisión de la Comisión del Mercado de Valores de EE. UU. (SEC, por sus siglas en inglés) de introducir limitaciones a la presentación de resoluciones por parte de los accionistas en las JGA. Aunque cada vez nos preocupaba más el uso indebido de las resoluciones de los accionistas por parte de algunos inversores, este cambio tiene un impacto directo en la capacidad de los accionistas para exigir responsabilidades a los consejos de administración.

Aunque las nuevas normas de la SEC han generado titulares en los medios, la realidad es que las empresas europeas han estado esencialmente protegidas de este tipo de presentaciones durante muchos años debido a las normas sobre propiedad accionarial o a la discrecionalidad que se permite a los consejos de administración de algunos países para decidir sobre la inclusión de estas resoluciones en la JGA. Esto no ha impedido que los inversores pidan cuentas a las empresas de otras maneras, siendo las interacciones muy destacadas a este lado del Atlántico.

La nueva era de las JGA

Dado que es probable que los temas sociales y de sostenibilidad no se aborden tanto en esta temporada de JGA y que los inversores se centren en la volatilidad de los mercados y las guerras arancelarias, esperamos que los inversores y las empresas adopten un enfoque más racional, centrado en la gestión del riesgo y la materialidad financiera.

Este cambio sirve también como oportunidad para volver a prestar la merecida atención a la gobernanza empresarial. Sin embargo, al igual que con los demás factores ESG, los inversores deben adoptar un enfoque ponderado. Advertimos que no conviene aplicar de manera generalizada grandes principios de gobernanza. Hay que tener en cuenta tanto las circunstancias concretas de cada empresa como las consideraciones económicas más generales. Esto es especialmente importante dadas las actuales tensiones en torno a la competitividad, incluidas las relativas al apetito de los emisores por la cotización en los mercados de valores frente a los mercados privados, el cambio de plataformas de cotización o la relajación del principio de una acción, un voto.

La integración de criterios ESG en la remuneración de los ejecutivos es un buen ejemplo de un tema de gobernanza en el que debe entrar en juego una dosis muy necesaria de racionalidad. Consideramos que la integración precipitada de los criterios ESG en la retribución da lugar con demasiada frecuencia a cifras sin sentido o, lo que es peor, a una retribución garantizada. ¿Sirve esto realmente a los intereses de los accionistas o de las partes interesadas? Un ejemplo relevante es el de Credit Suisse, cuyo consejo ejecutivo logró en 2022 una retribución del 84% en los criterios no financieros de riesgo y control, valores y cultura y sostenibilidad. Todos sabemos lo que pasó después...

Como inversores, deberíamos decir más alto que no se puede pedir razonablemente a las empresas que den respuesta a todos y cada uno de los problemas de la sociedad. La evolución del panorama político, así como las decisiones de algunas empresas de reducir sus metas de sostenibilidad, sirven para recordar que mostrar ambición no puede ser el objetivo final. Pero eso no significa que ya no importe. Las juntas de accionistas, junto con las interacciones continuas, siguen siendo herramientas importantes para exigir responsabilidades a las compañías, pero considerar la economía subyacente, incluidos factores de ventaja competitiva, es fundamental para apoyar una estrategia de sostenibilidad sólida. Esto, a su vez, requiere una gobernanza sólida y un enfoque más racional por parte de los inversores.

1Un 76% menos de menciones que hace tres años, según Bloomberg Green. Información publicada el 27 de marzo de 2025.

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